Menudo cabreo me entró ayer cuando, en mi visita diaria a Barrapunto, me enteré de la siguiente y sorprendente noticia aparecida en Público.es : «El profesor Paco Rivière, que no quería el programa Windows que venía preinstalado en su portátil, llevó a los tribunales a la tienda que se lo vendió, al fabricante del ordenador y al del software. Pero la jueza no le ha dado la razón porque, tal y como asegura la sentencia, «se trata realmente de un empecinamiento en separar el equipo del sistema operativo, de una lucha personal contra Microsoft, por la que el demandante ha iniciado una cruzada…». Rivière ha sido también condenado a pagar las costas del juicio».
Resulta que todo el embrollo viene de tiempo atrás, y resulta increíble que el profesor Paco Rivière tenga que apelar la sentencia, cuando según la propia licencia de instalación de Windows, si un usuario no está conforme, tiene derecho a devolver el software.
Me parece una falta de verguenza por parte de los vendedores tanto el obligar a usar Windows (al menos que permitan comprar un ordenador sin sistema operativo instalado) , como el que no sean capaces de devolver el importe del sistema operativo en cuestión, tal y como Paco Rivière defiende.
¿En qué país vivimos? Mientras que el monopolio se considera una práctica a condenar en Europa, y la legislación Francesa prohibe la venta ligada de productos sin posible alternativa, aquí somos esclavos de las grandes empresas y de un monopolio ilegal pero consentido. ¡Y se enorgullecen!
Dentro de poco se cumplirá el décimo aniversario del ‘Windows Refund Day‘, o lo que es lo mismo, el ‘Día del Reembolso de Windows’, una manifestación iniciada allá por febrero de 1999 en la cual se exigía, tal y como permite la licencia, el reembolso por el pago obligado de un Sistema Operativo que no se quería.
Diez años después en este país se sigue dando esta situación; siendo dificil tanto devolver una licencia como comprar un ordenador sin sistema operativo pre-instalado.
Ya es hora de que las cosas empiecen a cambiar de una forma radical y generalizada.
En nuestras manos está el poder hacerlo posible.